DULCE CUENTO DE NAVIDAD

Ya tenemos aquí el nuevo capítulo de las historias de Hemoglobina y Glicosilada, escrito por Susana Ruiz.

Desde Barchilon Correduría de Seguros cuidamos de las PERSONAS CON DIABETES y trabajamos para divulgar e informar sobre la Diabetes de una forma atractiva y entretenida. Creemos que estas historias serán una herramienta genial para ampliar este mensaje.


Ambas amigas estaban entusiasmadas con el resultado del día mundial de la diabetes.

Todo el valle hablaba de ellos, Hemo, Gluti y Glico. Sus familiares, amigos y vecinos del valle estaban impresionados de lo que aquellos chavales habían sido capaces de organizar.

Ahora tocaba continuar disfrutando de lo que quedaba del año. Las fechas navideñas estaban a la vuelta de la esquina y era algo que a los tres los tensaba un poco.

Claro que les gustaban estas fechas navideñas. De hecho, a Hemo y Glico les encantaba colaborar con la decoración navideña. Se lo pasaban en grande, ayudando a los trabajadores del ayuntamiento con los adornos de Navidad, adornando los escaparates de los comercios, ideando nuevas formas de dotar un ambiente navideño a su querido pueblo de Broto.

A Hemo le gustaba mucho crear ella misma las bolas de navidad. Lo hacía de forma artesanal y con productos reciclables. Glico todavía recuerda lo impresionada que quedó la primera vez que Hemo le mostro unos muñecos de nieve para árbol hechos con unas bombillas fundidas.

Eran chulísimos y quedaban genial en los árboles de navidad de los establecimientos de Broto, que quedaron encantados con aquella magnifica idea, bonita y sostenible, de decorar sus árboles de navidad.

Este año, Glico, les había propuesto a sus dos amigos hacer más manualidades reciclando materiales y repartirlos por los habitantes del valle para que decorasen su casa.

A Hemo le encanto la idea, quien además fue más allá y propuso otra idea. Hacia poco habían conocido a la Fundación Diabetes 0. Era una Fundación creada por padres y madres con niños y niñas con diabetes que luchaban por encontrar la cura para la enfermedad de sus hijos.

Organizaban eventos, mercadillos solidarios, carreras etc. para conseguir financiación para continuar con las investigaciones que diferentes centros de España estaban llevando a cabo para encontrar la cura de la diabetes. Hemo, pensó que, a los vecinos del valle de Ordesa, seguro que no les importaba, dar la voluntad por aquellos pequeños adornos navideños que ellos iban a proporcionarles si sabían que iría destinado a una buena causa.

Así, que Hemo, un día reunió a sus dos amigos cerca del puente del Rio Ara. Quería contarles su idea… Estaba segura de que les encantaría.

Gluti, llego antes que Glico. Estaba contento ya que aquellas navidades sus padres habían decidido ir a pasar las Navidades unas semanas antes a Broto, con su tío. Gluti se había quedado enamorado del valle desde su visita con sus dos nuevas amigas a Otal y desde entonces, estaba encantado de volver siempre que fuera posible.

Poco después llego Glico quien venía un tanto alterada por alguna conversación que había tenido con un turista con el que se había topado. Hemo y Gluti, según observaron el ceño fruncido de su amiga adivinaron que ya se había cabreado con alguien. Pobre turista, estaba claro que algún “delito habría cometido” para que Glico se enfadara con él, pero en el fondo, a ambos les daba pena el pobre turista, quien despistado había tenido la mala suerte de ser descubierto por Glico quien jamás se callaba nada ante lo que le parecía una injusticia o una amenaza contra su valle. Ambos amigos sabían que era mejor no hacer ningún comentario al respecto para no hacer saltas las chispas de Glico, aunque también eran conscientes de que, en la mayoría de los casos, era la propia Glico quien les pondría en antecedentes del último “suceso llevado a cabo por un irresponsable turista”… Sin embargo, aquella ocasión no fue el caso, ya que Glico, se alegro mucho al ver a Gluti a quien no veía desde hacia semanas y se lanzo a darle un fuerte abrazo. Aquella reacción de efusividad también sorprendió a ambos amigos, ¿Glico abrazando efusivamente a alguien? ¿Se estaba ablandando su tosco carácter?

Glico, tras aquel inesperado abrazo hacia su amigo Gluti se sentó con ellos junto al puente.

– ¿Qué os parece si vamos a saludar a la Cascada de Sorrosal y hablamos allí? Propuso Glico.

Fue entonces cuando Hemo y Gluti se miraron con asombro. ´- ¿A la Cascada dices? – Contesto Hemo. – Glico, sabes perfectamente el ruido que hace allí, – ¡No nos vamos a escuchar nada ¡- Contesto Hemo un tanto molesta con su amiga.

Fue entonces cuando Glico, rompió a llorar. Ahora si que Hemo y Gluti mostraron su asombro de verdad. No habían visto llorar a Glico jamás. Estaban seguros de que lo había hecho en muchas ocasiones, pero a solas. Era una persona a la que le costaba mucho mostrar sus emociones a los demás. Hemo, se sintió culpable por haber gritado a su amiga e incluso haberse mostrado molesta con ella. Estaba claro que algo la pasaba. Quizá no había habido ningún encontronazo con ningún turista y por eso aquel abrazo tan efusivo a Gluti…

Fue Gluti quien rompió el silencio – Glico, ¿Qué te ocurre? – Glico, los miró a los dos y les pidió que la acompañasen a la Cascada unos minutos. Sólo unos minutos. Quería estar allí un rato hasta que se le pasara el sofocón y luego compartiría con ellos lo que le ocurría.

Así que los tres marcharon bajo la cascada a escuchar el rugido del las aguas, el estruendo que provocaba al caer sobre el río. Un ruido ensordecedor y sin embargo agradable para escucharlo mientras se disfrutaba del paisaje que rodeaba a la cascada. Siempre había algún intrépido escalador llevando a cabo la vía ferrata que recorre toda la cascada y parte del barranco del Sorrosal, con un itinerario que no deja lugar para el aburrimiento, un puente, varias escaleras y una pequeña cueva. Todo, mientras el agua helada de la Cascada caía sobre el escalador que estuviera realizando la ruta.

Después de unos minutos allí, permaneciendo los tres en silencio, relajándose mientras observaban al agua caer con fuerza, Glico, grito: ¡Odio estas fechas ¡¿Por qué todo el mundo me tiene que preguntar si voy a poder comer esto o lo otro? ¿Por qué pretenden saber más que yo en diabetes sin padecerla? Ayer escuche a mi madre decirle a mi tía que, si acudiese yo a la cena de Noche buena le suponía un problema al organizar la cena que no iríamos.

¿Problema? ¿Qué problema genero yo?

Hemo y Glico, abrazaron con fuerza a su amiga intentando consolarla. Al poco, Glico se apartó, limpiando sus lágrimas de su rostro e instándoles a alejarse de la cascada para poder seguir hablando para lo que se habían reunido. Ambos amigos sabían que Glico ya no hablaría más del tema que la había hecho reaccionar de aquella manera. La mejor forma de ayudarla era la de haberla acompañado a desahogarse con su Cascada, la que a ella tanto le gustaba. Quizá porque Glico se sentía identificada. Ella también quería a veces tener la misma furia y mostrarla con tanta fuerza, mira que lo intentaba y sin embargo pese a lo que pudiera parecer, el malhumorado carácter de Glico escondía a una persona de gran corazón, que pese a estar enfadada con el mundo en demasiadas ocasiones, siempre tendía su mano a quien lo necesitase.

Los tres se juntaron por fin en el puente, ya lejos del estruendo de la Cascada. Glico y Gluti escucharon con atención a Hemo quien con gran entusiasmo les expuso su idea.

A ambos amigos, les encanto. El simple hecho de poder aportar su granito de arena a una buena causa como la que Hemo les planteaba les parecía fabuloso.

Así que los tres se dispusieron a buscar materiales en el bosque, hojas, palitos, flores. También en casa buscando trastos viejos, bombillas, rollos de papel higiénico. Fueron por los comercios preguntando por cajas de cartón que fueran a tirar para reciclar u otros materiales. Consiguieron de todo, botellas de plástico, canicas, botones….

Una vez dispusieron de todo el material necesario, empezaron a elaborar cada uno sus adornos.

Bolas de Navidad, muñecos de nieve, botellas reconvertidas envases originales para enviar las cartas a los reyes magos, cajitas de cartón con dibujos navideños, algunas simulando un portal de Belén…

Una vez tuvieron todos los adornos realizados, se recorrieron los comercios de los pueblos del Valle para proponérselos para sus escaparates. Una forma original, sostenible y solidaria de decorar sus comercios aquel año. Muchos de ellos aceptaron encantados, ofreciéndose además a colaborar con la causa, proporcionando una cantidad económica por aquellos adornos artesanales. También, algunos comercios se animaron y pusieron una hucha en los mostradores con la etiqueta de la Fundación Diabetes 0, para que los clientes se animasen a colaborar con lo que quisieran o pudiesen.

Poco a poco, los comercios del Valle de Ordesa, locales, y también las casas de sus habitantes estuvieron adornadas aquel año por los productos artesanales que Gluti, Hemo y Glico habían elaborado. Entre todos consiguieron una buena suma de dinero para ayudar a la Fundación Diabetes 0 quien se mostro muy agradecida con el Valle de Ordesa por su cariño e implicación.

El día de noche buena, cuando todo el mundo estaba en sus casas con sus familiares, a punto de cenar. Glico, se asomo por la ventana. Su cara, enseguida se ilumino al observar lo que estaba ocurriendo. – ¡Esta nevando! Gritó toda entusiasmada. Sus padres y familia enseguida se echaron a reír. Sabían que en cuestión de segundos Glico estaría saliendo por la puerta de casa para correr bajo los copos de nieve. Así fue.

Lo que no se esperaba Glico, fue ver que todos los habitantes de Broto la siguieron.

En mitad de la calle principal del pueblo, alguien había levantado un gran muñeco de nieve. Era cierto que la nevada que había caído en poco tiempo había sido abundante y seguía nevando.

Todos se acercaron hasta el muñeco de nieve al observar que éste tenía un sobre.

Glico, lo cogió y lo abrió. Al leer el mensaje que estaba escrito, tuvo que contener de nuevo las lágrimas. Hemo y Gluti se acercaron a ella y sonrieron. Fue Hemo quien leyó aquellas palabras a todos los habitantes de Broto que habían quedado expectantes al ver el sobre.

“Para los habitantes de Broto y de todo el valle de Ordesa, gracias por vuestra colaboración y cariño. Desde la Fundación diabetes 0 os queremos dar las gracias por parte de todos y desearos unas felices fiestas”

Al escuchar aquellas palabras todos empezaron a dar saltos de alegría. Qué regalo de Navidad y qué detalle. Poco después para celebrarlo, empezaron a tirarse bolas de nieve los unos a los otros. La navidad llegó sobre el valle de Ordesa de una forma muy especial aquel año, sus senderos, caminos, montes, cimas y ríos quedaron cubiertos de un manto blanco que daría el toque mágico final a este cuento de Navidad. Feliz año2022