CAPÍTULO 8 HEMO Y GLICO CONOCEN A GLUTI

Ya tenemos aquí el nuevo capítulo de las historias de Hemoglobina y Glicosilada, escrito por Susana Ruiz.

Desde Barchilon Correduría de Seguros cuidamos de las PERSONAS CON DIABETES y trabajamos para divulgar e informar sobre la Diabetes de una forma atractiva y entretenida. Creemos que estas historias serán una herramienta genial para ampliar este mensaje.

 

Tras la intensa jornada de aquella mañana para llegar a Bujaruelo, los tres miembros de Mendi Broto, Hemo, Glico y Miguel, cayeron exhaustos sobre la hierba de la orilla del río. Justo detrás de ellos se levantaba el refugio de Bujaruelo.

Era uno de los refugios más acogedores del Pirineo al que Glico además tenía especial cariño, por las múltiples aventuras vividas allí en años pasados.

Glico, fue la primera en levantarse, con una energía totalmente renovada tras el breve descanso al lado del río.  Inquieta, Glico empezó a caminar sin parar de un lado a otro, intentado llamar la atención de sus dos rezagados compañeros, Hemo y Miguel, quienes se negaban a responder a las señales que su amiga les lanzaba, observándolos con total desaprobación por tanta vagancia y dejadez. Miguel y Hemo resistían tumbados sobre la hierba, invadidos por una pereza enorme para atender las súplicas de Glico quien comenzaba a enfadarse. Ambos estaban muy a gusto, observando el paisaje que los rodeaba, ¿Por qué Glico, simplemente no podía relajarse y hacer lo mismo? Pero ambos sabían que cuando el sargento Hemo empezaba a revolotear y a inquietarse, solo cabía una opción, sucumbir a sus órdenes y levantarse.

-¡Venga chicos¡-Exclamo Glico, ¿Pero, qué pretendéis? ¿Quedaros aquí tumbados sin hacer nada? ¡Estamos en Bujaruelo¡ -Exclamo. -Vamos a tomar algo dentro, le presentamos a Hemo a los encargados del refugio y luego cogemos la senda que va a Otal ¿Vale? -Continuo Glico con los ojos abiertos ansiosa por despertar el mismo entusiasmo en sus compañeros.

Así que Hemo y Miguel acabaron por levantarse, abandonando su relax para seguir a Glico sin rechistar. Mientras caminaban unos pasos por detrás de Glico, empezaron a lanzarse miradas cómplices y suspiros. Los dos sabían que cuando Glico era invadida por su energía arrolladora, las opciones de ignorarla eran totalmente nulas.

Traspasaron la puerta del Refugio, sintiéndose rodeados de repente por un ambiente montañero. Se respiraba ansias de montaña y rutas entre los clientes de la sala comedor. Mochilas, petates, bastones, frontales, gente ataviada con ropa de montaña, mapas desplegados en las mesas para preparar rutas…

De repente, un grito paralizo por unos segundos los murmullos de los presentes. El grito, provenía de detrás de la barra del bar del refugio.  Era uno de los camareros del local, Juan, quién tenía ambas manos levantadas, haciendo gestos sin parar para llamar la atención de sus amigos. – ¡Glico, Miguel! Éstos, empezaron a reírse del saludo tan escandaloso de su amigo, acercándose rápidamente hasta la barra para lanzarse a los brazos de su amigo Juan.  ¡Juan era uno de los regentes del refugio al que conocían desde hacía años! – Tras varios abrazos y besos, Juan les pregunto: ¿Qué hacéis por aquí? ¡Cuánto tiempo! – Exclamo mientras observaba con curiosidad a Hemo.

Tras contarle sus planes y presentarle a Hemo, Juan exclamo dirigiéndose a Hemo:  Guau, ¡Que suerte tienes! Y añadió: ¡Pasar una noche bajo las estrellas en el valle de Otal es una idea de bautizo de vivac muy buena! Concluyo lanzando un guiño a Hemo. Ésta se sonrojó, sintiéndose por un momento fuera de lugar, rodeada por gente con mucha más experiencia que ella y tantas aventuras vividas a sus espaldas. Miguel, enseguida capto los pensamientos de Hemo, así que se le acercó para susurrarle: – No te preocupes Hemo, lo vamos a pasar genial, ya verás. No te inquietes que no pienso dejarte sola con la cabra de Glico. -Todos excepto Glico, rompieron a carcajadas por el comentario. Glico, intento hacerse la ofendida con Miguel, lanzándole una falsa mirada desafiante que duro poco, para aparecer finalmente una sonrisa también en su rostro. Miguel había conseguido devolver la confianza a Hemo dispuesta una vez más a vivir con ilusión su primera aventura bajo la luz de las estrellas en el valle de Otal…

Justo cuando los tres se disponían a coger sus mochilas y salir por la puerta para emprender la marcha, de nuevo, fueron reclamados a gritos por Juan.

– ¿Qué ocurre? Pregunto Glico asombrada volviéndose hacia su amigo.

Juan se acercó a ellos acompañado de un chaval de la edad de Hemo y Glico,15 años.

Pelirrojo, rostro pálido y apagado, ojos saltones, aunque por su aptitud, parecía bastante tímido.

-Veréis… contestó Juan…. Es mi sobrino, Gluti. Ha venido unos días para estar conmigo, pero resulta que no voy a poder ir con él estos días de ruta porque hemos tenido una baja en el refugio, Ana se ha puesto enferma a última hora y tengo que quedarme. Me da pena que el chaval se quedé conmigo aquí todo el fin de semana, sólo y con todo este ambiente. -Dijo Juan, mientras observaba a todos los montañeros adultos a su alrededor, lanzando una mirada a sus amigos buscando comprensión. –

Había pensado que quizá…. podría ir con vosotros a Otal y así disfrutar de una noche en montaña- Concluyó lanzando una mirada de súplica a sus amigos. – ¿Verdad Gluti? – dijo dirigiéndose hacia su sobrino el cual no había pronunciado ni media palabra. No parecía muy convencido- Además, siguió Juan, le vendrá bien estar rodeado de una chica como Glico, llena de tanta energía.

-¡Juan!- Exclamo Glico reprimiendo a su amigo por el comentario. ¡Ningún problema, ¿Verdad chicos? -Exclamo Glico buscando la aprobación en la cara de sus amigos.

-¡Claro que no! Contestaron al unisonó Hemo y Miguel, ¡Encantados de que te unas Gluti! – Añadió Hemo.

-¡Genial chicos! ¡Sabía que podía contar con vosotros! Respondió Juan claramente aliviado. -Gluti,-Prosiguió-¡Que bien te lo vas a pasar! -Exclamo Juan lanzando un guiño a su sobrino quien por su rostro seguía sin estar muy convencido

-Por cierto, añadió Juan justo antes de que los cuatro desapareciesen tras la puerta. -Gluti tiene celiaquía, es intolerante al gluten. Ya le he preparado la cena y el desayuno, no os tenéis que preocupar de nada, él sabe que no puede tomar gluten. ¿Verdad Gluti?

Los tres lanzaron una sonrisa a su nuevo amigo, haciéndole saber que no había ningún problema. Para disfrutar de aquella aventura que les esperaba tan solo hacían falta piernas, ilusión y ganas. Una vez se hubieron despedido de Juan, los cuatro emprendieron camino a Otal. Desde el inicio, Hemo se encargó de unirse a Gluti a quién le hizo saber para tranquilizarlo, que para ella también sería su primera noche bajo las estrellas del Pirineo. Después de un rato de ruta, Glico, observo como Hemo, caminaba sin separarse de Gluti, charlando animadamente los dos mientras ascendían por el sendero. Hemo, al sentirse observada por Glico, empezó a sonrojarse. Glico se limitó a sonreír y lanzar una mirada cómplice a Miguel quién también se había percatado de lo bien que parecían haber congeniado Hemo y Gluti…

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