CAPÍTULO 9 HEMO Y GLICO EN EL VALLE DE OTAL, DURMIENDO BAJO LAS ESTRELLAS.
Ya tenemos aquí el nuevo capítulo de las historias de Hemoglobina y Glicosilada, escrito por Susana Ruiz.
Desde Barchilon Correduría de Seguros cuidamos de las PERSONAS CON DIABETES y trabajamos para divulgar e informar sobre la Diabetes de una forma atractiva y entretenida. Creemos que estas historias serán una herramienta genial para ampliar este mensaje.
Los cuatro amigos, Hemo, Glico, Gluti y Miguel caminaban por el sendero que les conduciría hasta el valle de Otal, disfrutando de cada paso. Pronto se encontrarían con el rio Ara el cual tendrían que atravesar en numerosos tramos, sufriendo algún que otro tropezón intentando atravesarlo sin caer a las frías aguas del río. Hemo, fue la que más veces estuvo a punto de caer, provocando las risas de sus compañeros de excursión, que la observaban desde la otra orilla, mientras ella intentaba sortear con éxito cada paso del río. El agua en algunos tramos discurría con más fuerza y esto hacía que hiciese más difícil atravesarlo sin resbalar y acabar completamente empapado.
Discurrido un tiempo, llegaron a un desvío hacia una cómoda pista que subía en zigzag. Gluti continuaba al lado de Hemo, ambos habían congeniado muy bien. No habían parado de charlar durante el recorrido, conociéndose más. Gluti se había interesado por la diabetes de Hemo y ella a su vez por conocer la celiaquía de su nuevo amigo. Ambos compartían la afición por la fotografía y aquel paisaje que los rodeaba era como un sueño para los perseguidores de imágenes como eran ellos.
Miguel, antes de iniciar la ascensión por aquella pista, se paró para comentarles que en invierno era habitual cruzarse con esquiadores que invadían las zonas fuera de la pista para hacer un ski más libre, pero también era habitual cruzarse con gente que aprovechaba la pista para practicar raquetas. Esto último entusiasmó a Gluti que se atrevió a preguntar, dirigiéndose por primera vez a Miguel y a Glico, si él podría volver para caminar con raquetas. En su mente, había empezado a visualizar aquel paraje totalmente nevado y las fotografías y momentos que podría captar con toda aquella ruta nevada.
Prosiguieron el camino de ascensión, sin cruzarse con apenas gente. Eran las 15h30 de la tarde y continuaron caminando y parando para tomar algún tentempié o dar un sorbo de agua de vez en cuando.
Pronto llegaron al collado de Otal , desde donde empezaron a observar la belleza del viaje que se abría camino frente a ellos. Disfrutando de la panorámica de este valle de origen glaciar que recorrerían a partir de ese momento hasta su cabecera por un camino sencillo y fácil de transitar en aquella época del año. El sol apretaba con fuerza, el sudor empezó a recorrer por los cuerpos de nuestros excursionistas. El peso de las mochilas no ayudaba a sofocar el calor, teniendo que estar continuamente bebiendo agua para hidratarse. Poco a poco, la famosa sierra de la Tendeñera estaba más cerca de ellos. Aquella noche dormirían bajo su protección. En el refugio les habían asegurado que disfrutarían de una noche totalmente despejada y espectacular ideal para observar las estrellas del cielo mientras descansasen bajo la protección de sus sacos de dormir. Llevaban todo lo necesario para pasar una noche a la intemperie, saco de dormir, funda vivac, plumas, hornillo y comida para la cena. Gluti su propia comida sin gluten.
Otras montañas rodean el valle, La peña de Otal, el pico Turbo o la peña de Ordiso. En la última parte del tramo, nuestros excursionistas caminan de forma automática, solo la belleza del lugar los mantiene en pie, agotados por el calor.
Pronto empiezan a escuchar el agua de la cascada del fondo del valle. El rugido es fuerte y la alegría de nuestros excursionistas enorme ya que van a poder sofocar el calor dándose un fantástico baño en la cascada. Justo cuando llegan a ella, sin pensárselo dos veces, se quitan la ropa para zambullirse en las heladas aguas de los Pirineos…
Los gritos empiezan a sucederse sin parar, el agua como era de esperar esta helada y esto provoca que Hemo y Gluti sean los primeros en abandonar su baño, quedando los dos más intrépidos, Glico y Miguel, que siguen gritando, pero aguantando el agua helada riendo sin parar.
Al cabo del rato, con la caída del sol, acaban saliendo del agua, tiritando de frío, secándose y abrigándose rápidamente para pasar el mal rato fuera del agua.
Hay que hacer la cena y empezar a planear dónde colocar los sacos de dormir para pasar la noche.
Es Glico quién empieza a cocinar proporcionando a sus compañeros primero un te caliente para luego continuar hirviendo el arroz y prepeando algo de ensaladas. Mientras sus compañeros buscan la mejor zona para pasar la noche.
Pronto se juntan todos para cenar, Gluti saca de su mochila su comida sin gluten, compartiendo algunas galletas con sus compañeros.
Miguel les insta a meterse pronto en los sacos antes de que el frío los invada por completo. La noche está despejada pero el sol ha perdido fuerza y la temperatura ha empezado a bajar con rapidez.
Ya metidos todos en los sacos, empiezan a contemplar cómo el sol se va escondiendo tras las montañas. El color de los picos va cogiendo un tono anaranjado, la cascada sigue rugiendo con fuerza. Son conscientes de que quizá no ha sido buena idea quedarse a dormir junto a ella porque además del fuerte ruido que los va a acompañar durante toda la noche, la humedad del agua hace que la temperatura sea más fría. En cuestión de minutos el sol ha desaparecido tras las montañas siendo sustituido por una luna llena que irrumpe con fuerza iluminando todo el valle acompañado de innumerables estrellas. Glico, Hemo y Gluti están alucinando, no sabían que hubiera tantas estrellas en el cielo. Miguel los observa desde su saco de dormir sonriendo, contento de que estén viviendo aquella experiencia.
Pronto los ojos de nuestros excursionistas se cierran, ni siquiera el rugir de la cascada impide que los cuatro sucumban al cansancio de la jornada, empezando a soñar con las estrellas que cubren aquella noche el cielo del valle de OTAL.